sábado, 10 de mayo de 2014

Actividad 4.1. Competencia digital: autoevaluación y reflexión #ABPmooc_intef

Competencia digital

Autoevaluación

Autoevaluación de la competencia digital.





Y una reflexión breve

En algunas ocasiones planteo una frase para que mis alumnos busquen información sobre ella, descubran quién es el autor y reflexionen sobre el alcance que puede tener esa combinación de palabras. Podría empezar recordando una frase muy sugerente que, por supuesto, no es mía: «La música no está en el piano».

Naturalmente, no voy a resolver ahora esta ecuación, pero me gustaría incidir en que puede haber muchos tipos de músicos, compositores o intérpretes; en cualquier caso, el pianista necesita la presencia del instrumento, el conocimiento de cómo funciona, la habilidad para convertirlo en algo más que un mueble a través de una capacidad humana, artística, sensible y competente mediante la cual pueda expresar su talento.
He incluido una quinta columna en mi autoevaluación que está vacía no por modestia sino por el convencimiento de que la formación ha de ser continua y de que debemos seguir aprendiendo hasta el último día de nuestras vidas. El mundo tecnológico es cada vez más amplio y más veloz, que parezca inabarcable no debe desanimarnos, lo importante es ir conociendo posibilidades y escogiendo aquellas que nos puedan servir para seguir aprendiendo y enseñando, que no deja de ser lo mismo.

Últimamente parece estar de moda decir que la tecnología debe ser tan solo un medio, creo en que hay muchos momentos en los que también es un fin y eso no debería escandalizar, necesitamos la tecnología de muy diferentes maneras, unas no tienen por qué ser más válidas que otras, ni estar divorciadas de ninguna materia. La competencia digital se adquiere y se perfecciona con el uso.

Mi propuesta colectiva es ya muy vieja: «no lo diga, hágalo» y, sobre todo, «comparte lo que haces, difunde lo que está bien hecho e intenta ser críticamente constructivo siempre». No debemos dejarnos llevar por tendencias que priorizan la implantación de las TIC al margen de su necesidad real en actividades, proyectos o contextos concretos y, tampoco, caer en la trampa de pensar que los proyectos son buenos simplemente por que tengan una pátina de modernidad tecnológica evidente.


La pregunta debería ser siempre «¿Me ayudan estas actividades, estos artefactos  y estas herramientas a conseguir aprendizajes significativos?».

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